mercredi 11 juin 2014

11 de Junio

EN MEDIO DE LA GUERRA SANGRIENTA, BAILE EN UN BUQUE INVASOR Y “PASEO DE BOTES, A LA LUZ DE LA LUNA”

 EN MEDIO DE LA GUERRA SANGRIENTA, BAILE EN UN BUQUE  INVASOR Y “PASEO DE BOTES, A LA LUZ DE LA LUNA”
Un día como hoy hace 130 años, el miércoles 11 de Junio de 1884, en la Lima ocupada por los chilenos el diario “El Comercio” anunciaba: “Se ha publicado por bando el decreto supremo sobre aplicación de facultades extraordinarias contra los rebeldes y conspiradores, y la ley de la Asamblea de Cajamarca, que en igual sentido manda declarar en estado de sitio los lugares en donde se subvierta el orden público. También se ha promulgado el decreto que autoriza las publicaciones periódicas, mediante garantía material”.
Estado de sitio, censura de la prensa, subversión del orden, rebeliones, conspiraciones, tal la realidad descrita en esas pocas líneas. El país envuelto en una guerra civil, con Miguel Iglesias en Lima rogando a los chilenos que se quedasen en el Perú para sostenerlo en el poder, y con Cáceres en Huancayo, exigiendo “que el general Iglesias fiel a la palabra que tiene empeñada con el país y en cumplimiento del tratado que él mismo celebró, consiga la inmediata liberación del territorio peruano por las fuerzas chilenas”.
En Huánuco, el comandante patriota Manuel A. Prado, dirigía por esos días esta proclama a sus tropas: “Compatriotas.- La bandera que habéis enarbolado, es la causa santa que los pueblos defienden enérgicamente, con la conciencia de su deber, obedeciendo espontáneamente al Excmo. Señor general Andrés A. Cáceres, para derrocar un gobierno sin nombre en la historia, de origen espurio, salido de los oscuros rincones de Cajamarca, sin prestigio alguno, rechazado por la nación entera, y más que todo, que con la cerviz inclinada imploró de nuestros enemigos, el reconocimiento de la presidencia de la república para ajustar la paz. Este aserto no es exagerado: recordad la publicación en los diarios de Lima, de la Memoria del ministerio de relaciones Exteriores, y juzgad del hombre, que como Iglesias, pretende continuar en el poder que asaltó sacrificando su dignidad, estimación personal y más que todo, la Patria”.
Pero mientras en el interior combatían los patriotas a los traidores, en El Callao había festejos. Joaquín Iglesias juramentaba como prefecto ante la “Ilustrísima Corte Superior” y “El Comercio” lo celebraba con este suelto: “El Callao, pueblo viril, orgulloso de sus tradiciones, y consagrado exclusivamente a las labores del trabajo, es un pueblo fácil de gobernar, cuando la autoridad que lo gobierna sabe colocarse a la altura del puesto que desempeña… El señor Iglesias viene precedido de buen nombre. Se habla de él como un hombre de honorables antecedentes y su proclama ha venido a dar mayor pábulo a esas esperanzas. Estamos seguros de que el señor Iglesias seguirá el camino de esas autoridades dignas circunspectas y severas y que sabrá granjearse el respeto y el aprecio de los habitantes del Callao”.
Y como corolario de todo esto, la confraternidad con los chilenos, a quienes “El Comercio” no consideraba enemigos, sino todo lo contrario, según se lee en esta correspondencia publicada en su edición del 9 de junio de 1884: “Callao.- Los oficiales del blindado chileno 'Cochrane' han continuado sus atentas demostraciones con algunas familias de este puerto. Se nos asegura que anoche tuvo lugar en nuestra bahía un paseo de botes, a la luz de la luna, al que asistieron casi todas las familias invitadas al baile que últimamente tuvo lugar a bordo del expresado buque”.
No era el pueblo del Callao el que asumía esa actitud, sino “algunas familias”, como se lee en el documento. Porque su población mayoritaria apoyó más bien a la causa patriota y tuvo destacados representantes en la resistencia a los invasores, como Emiliano José Vila, muerto heroicamente en la batalla de Huamachuco...

Un día como hoy hace 130 años, el miércoles 11 de Junio de 1884, en la Lima ocupada por los chilenos el diario “El Comercio” anunciaba: “Se ha publicado por bando el decreto supremo sobre aplicación de facultades extraordinarias contra los rebeldes y conspiradores, y la ley de la Asamblea de Cajamarca, que en igual sentido manda declarar en estado de sitio los lugares en donde se subvierta el orden público. También se ha promulgado el decreto que autoriza las publicaciones periódicas, mediante garantía material”.
Estado de sitio, censura de la prensa, subversión del orden, rebeliones, conspiraciones, tal la realidad descrita en esas pocas líneas. El país envuelto en una guerra civil, con Miguel Iglesias en Lima rogando a los chilenos que se quedasen en el Perú para sostenerlo en el poder, y con Cáceres en Huancayo, exigiendo “que el general Iglesias fiel a la palabra que tiene empeñada con el país y en cumplimiento del tratado que él mismo celebró, consiga la inmediata liberación del territorio peruano por las fuerzas chilenas”.
En Huánuco, el comandante patriota Manuel A. Prado, dirigía por esos días esta proclama a sus tropas: “Compatriotas.- La bandera que habéis enarbolado, es la causa santa que los pueblos defienden enérgicamente, con la conciencia de su deber, obedeciendo espontáneamente al Excmo. Señor general Andrés A. Cáceres, para derrocar un gobierno sin nombre en la historia, de origen espurio, salido de los oscuros rincones de Cajamarca, sin prestigio alguno, rechazado por la nación entera, y más que todo, que con la cerviz inclinada imploró de nuestros enemigos, el reconocimiento de la presidencia de la república para ajustar la paz. Este aserto no es exagerado: recordad la publicación en los diarios de Lima, de la Memoria del ministerio de relaciones Exteriores, y juzgad del hombre, que como Iglesias, pretende continuar en el poder que asaltó sacrificando su dignidad, estimación personal y más que todo, la Patria”.
Pero mientras en el interior combatían los patriotas a los traidores, en El Callao había festejos. Joaquín Iglesias juramentaba como prefecto ante la “Ilustrísima Corte Superior” y “El Comercio” lo celebraba con este suelto: “El Callao, pueblo viril, orgulloso de sus tradiciones, y consagrado exclusivamente a las labores del trabajo, es un pueblo fácil de gobernar, cuando la autoridad que lo gobierna sabe colocarse a la altura del puesto que desempeña… El señor Iglesias viene precedido de buen nombre. Se habla de él como un hombre de honorables antecedentes y su proclama ha venido a dar mayor pábulo a esas esperanzas. Estamos seguros de que el señor Iglesias seguirá el camino de esas autoridades dignas circunspectas y severas y que sabrá granjearse el respeto y el aprecio de los habitantes del Callao”.
Y como corolario de todo esto, la confraternidad con los chilenos, a quienes “El Comercio” no consideraba enemigos, sino todo lo contrario, según se lee en esta correspondencia publicada en su edición del 9 de junio de 1884: “Callao.- Los oficiales del blindado chileno 'Cochrane' han continuado sus atentas demostraciones con algunas familias de este puerto. Se nos asegura que anoche tuvo lugar en nuestra bahía un paseo de botes, a la luz de la luna, al que asistieron casi todas las familias invitadas al baile que últimamente tuvo lugar a bordo del expresado buque”.
No era el pueblo del Callao el que asumía esa actitud, sino “algunas familias”, como se lee en el documento. Porque su población mayoritaria apoyó más bien a la causa patriota y tuvo destacados representantes en la resistencia a los invasores, como Emiliano José Vila, muerto heroicamente en la batalla de Huamachuco...

Aucun commentaire: