vendredi 20 juin 2014

20 de Junio

FRANCISCO ANTONIO DE ZELA: "COMANDANTE MILITAR DE LA UNIÓN AMERICANA"

 FRANCISCO ANTONIO DE ZELA: "COMANDANTE MILITAR DE LA UNIÓN AMERICANA"
El 20 de junio de 1811, un día como hoy hace 203 años, se produjo en Tacna el levantamiento acaudillado por Francisco Antonio de Zela, considerado precursor de la independencia criolla. Ese movimiento se enmarca dentro de un confuso período con interesantes contradicciones. Por citar la principal, los alzados se manifestaron a favor del rey de España y en contra de los franceses, que habían invadido la península ibérica enarbolando el programa de la revolución burguesa. Sea como fuere, todo indica que la insurrección de Tacna fue sugerida por el doctor Juan José Castelli, jefe de las fuerzas argentinas que por orden de la Junta Gubernativa de Buenos Aires luchaba desde el año anterior contra los españoles en el Alto Perú.
Una vez capturada Tacna, como se logró el 20 de junio, el movimiento debió haberse extendido a Arica contando con el apoyo que Castelli prometió enviar. Pero por ironía del destino, el mismo día en que Zela se insurrecionaba, Castelli era derrotado por los realistas en los llanos de Guaqui, frustándose así el proyecto original. Al respecto, Teodoro Hampe Martínez nos ofrece los siguientes detalles:
"El 20 de junio un grupo de personas capitaneado por José Rosa Ara, hijo del cacique indígena de Tacna, logró tomar el cuartel de caballería y apoderarse de las armas, y luego hizo lo propio con el cuartel de infantería. A continuación el vecindario, despertado por el rumor de los hechos, comenzó a reunirse en las inmediaciones del cuartel dando vivas al rey, a la junta de Buenos Aires, a Castelli y a Zela. Esa misma noche se organizó una reunión en la casa de Zela, donde éste dio lectura a las últimas comunicaciones de Castelli, informó sobre los avances del ejército bonaerense y señaló que otras ciudades como Arequipa, Moquegua y Tarapacá también estaban dispuestas a sublevarse. El segundo día de la rebelión, sin enterarse aún del desastre de Guaqui, Zela se proclamó Comandante Militar de la Unión Americana y mandó publicar un bando donde anunciaba la inminente llegada de las tropas rioplatenses, prometiendo a sus conciudadanos que “la mansedumbre de mi corazón y la generosidad de nuestros restauradores, cuya personería ejerce el doctor don Juan José Castelli, darán a conocer el beneficio que os espera”. Luego llegaron refuerzos enviados por los jefes indígenas de Tarata, Sama, Locumba e Ilabaya; pero no llegaron las esperadas fuerzas de Arequipa ni de Tarapacá... El 23 de junio Zela fue víctima de un repentino ataque cerebral y debió ceder la conducción del movimiento a Rafael Gabino de Barrios. Esto coincidió con la llegada de las noticias sobre la derrota del ejército bonaerense en Guaqui, por lo que ya no se podía contar con los refuerzos indispensables para mantener la rebelión. Así, a pesar del entusiasmo y la buena disposición de los participantes, la insurrección quedó abortada".
Tenía entonces Zela 42 años y ejercía el oficio de ensayador y balanzario de la real caja de Arica, aunque residiendo en Tacna. Habíase casado con María Siles Antequera, de la cual tenía nueve hijos, todos menores de edad. No cabe duda que abrigó nobles ideales, granjeándose la simpatía de un importante sector de la ciudadanía tacneña, incluida la de los ayllus indígenas circundantes. Pero su salud se hallaba resquebrajada y no soportó la infausta nueva de la derrota de Castelli. 
No pudo reponerse de las crisis nerviosa que le sobrevino y la noche del 24 de junio fue tomado prisionero por una fuerza realista movilizada desde Arica. Varios meses lo tuvieron en la cárcel de Tacna, pasándolo luego a Arica y de allí a las mazmorras del Real Felipe del Callao, a la espera de su juicio. Demoró éste varios años y recién en 1814 se dictó el fallo condenándolo a muerte, pena que se conmutó por la de prisión perpetua, a cambio de veinte mil pesos entregados por personas amigas. El 28 de marzo de 1815, ya muy enfermo, Zela fue embarcado con destino a Panamá, para ser encerrado en el presidio de San Lorenzo de Chagres, donde seis años después se extinguió su vida.
Tomando como fuentes de referencia declaraciones del comandante Lucas Zela, hijo del precursor, y de José García Urrutia, su sobrino, que llegó a ser senador y consejero de estado, el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna consignó unos apuntes biográficos del precursor criollo en su obra “La revolución de la independencia del Perú desde 1809 a 1819”, publicada en Lima el año 1860. El historiador boliviano Juan R. Muñoz Carrera insertó esos mismos datos, aunque corrigiendo un error de Vicuña Mackenna, en su libro “La Guerra de los Quince Años en el Alto Perú o sea Fastos Políticos y Militares de Bolivia para servir a la Historia General de la Independencia de Sudamérica", publicado en Santiago el año 1867. El erudito Rómulo Cúneo Vidal, en su “Historia de las Insurrecciones de Tacna por la Independencia”, aportó nuevas luces para el conocimiento de esa gesta. Y, en tiempo reciente, la historiadora argentina Cristina Mazzeo, en un  ensayo sobre Juan José Castelli, que titula “La fuerza de la palabra dicha”, consigna una detallada descripción del movimiento tacneño de 1811.
(Imagen tomada del site Amautacuna de Historia).

 (Imagen tomada del site Amautacuna de Historia)

El 20 de junio de 1811, un día como hoy hace 203 años, se produjo en Tacna el levantamiento acaudillado por Francisco Antonio de Zela, considerado precursor de la independencia criolla. Ese movimiento se enmarca dentro de un confuso período con interesantes contradicciones. Por citar la principal, los alzados se manifestaron a favor del rey de España y en contra de los franceses, que habían invadido la península ibérica enarbolando el programa de la revolución burguesa. Sea como fuere, todo indica que la insurrección de Tacna fue sugerida por el doctor Juan José Castelli, jefe de las fuerzas argentinas que por orden de la Junta Gubernativa de Buenos Aires luchaba desde el año anterior contra los españoles en el Alto Perú.
Una vez capturada Tacna, como se logró el 20 de junio, el movimiento debió haberse extendido a Arica contando con el apoyo que Castelli prometió enviar. Pero por ironía del destino, el mismo día en que Zela se insurrecionaba, Castelli era derrotado por los realistas en los llanos de Guaqui, frustándose así el proyecto original. Al respecto, Teodoro Hampe Martínez nos ofrece los siguientes detalles:
"El 20 de junio un grupo de personas capitaneado por José Rosa Ara, hijo del cacique indígena de Tacna, logró tomar el cuartel de caballería y apoderarse de las armas, y luego hizo lo propio con el cuartel de infantería. A continuación el vecindario, despertado por el rumor de los hechos, comenzó a reunirse en las inmediaciones del cuartel dando vivas al rey, a la junta de Buenos Aires, a Castelli y a Zela. Esa misma noche se organizó una reunión en la casa de Zela, donde éste dio lectura a las últimas comunicaciones de Castelli, informó sobre los avances del ejército bonaerense y señaló que otras ciudades como Arequipa, Moquegua y Tarapacá también estaban dispuestas a sublevarse. El segundo día de la rebelión, sin enterarse aún del desastre de Guaqui, Zela se proclamó Comandante Militar de la Unión Americana y mandó publicar un bando donde anunciaba la inminente llegada de las tropas rioplatenses, prometiendo a sus conciudadanos que “la mansedumbre de mi corazón y la generosidad de nuestros restauradores, cuya personería ejerce el doctor don Juan José Castelli, darán a conocer el beneficio que os espera”. Luego llegaron refuerzos enviados por los jefes indígenas de Tarata, Sama, Locumba e Ilabaya; pero no llegaron las esperadas fuerzas de Arequipa ni de Tarapacá... El 23 de junio Zela fue víctima de un repentino ataque cerebral y debió ceder la conducción del movimiento a Rafael Gabino de Barrios. Esto coincidió con la llegada de las noticias sobre la derrota del ejército bonaerense en Guaqui, por lo que ya no se podía contar con los refuerzos indispensables para mantener la rebelión. Así, a pesar del entusiasmo y la buena disposición de los participantes, la insurrección quedó abortada".
Tenía entonces Zela 42 años y ejercía el oficio de ensayador y balanzario de la real caja de Arica, aunque residiendo en Tacna. Habíase casado con María Siles Antequera, de la cual tenía nueve hijos, todos menores de edad. No cabe duda que abrigó nobles ideales, granjeándose la simpatía de un importante sector de la ciudadanía tacneña, incluida la de los ayllus indígenas circundantes. Pero su salud se hallaba resquebrajada y no soportó la infausta nueva de la derrota de Castelli.
No pudo reponerse de las crisis nerviosa que le sobrevino y la noche del 24 de junio fue tomado prisionero por una fuerza realista movilizada desde Arica. Varios meses lo tuvieron en la cárcel de Tacna, pasándolo luego a Arica y de allí a las mazmorras del Real Felipe del Callao, a la espera de su juicio. Demoró éste varios años y recién en 1814 se dictó el fallo condenándolo a muerte, pena que se conmutó por la de prisión perpetua, a cambio de veinte mil pesos entregados por personas amigas. El 28 de marzo de 1815, ya muy enfermo, Zela fue embarcado con destino a Panamá, para ser encerrado en el presidio de San Lorenzo de Chagres, donde seis años después se extinguió su vida.
Tomando como fuentes de referencia declaraciones del comandante Lucas Zela, hijo del precursor, y de José García Urrutia, su sobrino, que llegó a ser senador y consejero de estado, el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna consignó unos apuntes biográficos del precursor criollo en su obra “La revolución de la independencia del Perú desde 1809 a 1819”, publicada en Lima el año 1860. El historiador boliviano Juan R. Muñoz Carrera insertó esos mismos datos, aunque corrigiendo un error de Vicuña Mackenna, en su libro “La Guerra de los Quince Años en el Alto Perú o sea Fastos Políticos y Militares de Bolivia para servir a la Historia General de la Independencia de Sudamérica", publicado en Santiago el año 1867. El erudito Rómulo Cúneo Vidal, en su “Historia de las Insurrecciones de Tacna por la Independencia”, aportó nuevas luces para el conocimiento de esa gesta. Y, en tiempo reciente, la historiadora argentina Cristina Mazzeo, en un ensayo sobre Juan José Castelli, que titula “La fuerza de la palabra dicha”, consigna una detallada descripción del movimiento tacneño de 1811.

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