jeudi 19 juin 2014

19 de Junio

EN LA RUTA DE LA BREÑA

 EN LA RUTA DE LA BREÑA
El 19 de junio de 1882, un día como hoy hace 132 años, tras un breve descanso en Huancavelica, el Ejército de La Breña reanudaba la marcha hacia Izcuchaca, estratégica posición escogida por el general Cáceres para ultimar los detalles del plan que había concebido para aniquilar a las guarniciones chilenas asentadas a lo largo del valle del Mantaro.
La hueste patriota había partido de Ayacucho el 1 de junio, siguiendo la ruta de Huanta –Acobamba – Huancavelica – Izcuchaca, dura travesía en la que se puso a prueba, una vez más, el temple de los soldados y guerrilleros. De ello nos dejó un emotivo testimonio  doña Antonia Moreno de Cáceres, la esposa del Jefe de La Breña, que con sus tres menores hijas compartió esa sacrificada marcha: 
“Los negros cerros se sucedían tétricos y en formas fantásticas; enormes bloques se destacaban semejando figuras humanas; parecían gigantescos monjes encapuchados, y tristes almas en pena, condenadas a vagar por aquellas agrestes soledades. Allí, a los pies de esos espectros de guerra, hacía alto el ejército que, cansado por la dura travesía, necesitaba unas horas de reposo restaurador de sus fuerzas agotadas. Era impresionante el cuadro que presentaban las siluetas de piedras sombrías en contraste con los uniformes militares y los vistosos y amplios trajes de las buenas indiecitas”.
En efecto, esforzadas rabonas acompañaban a los breñeros que a pesar de sus innumerables fatigas no perdían el ánimo, alistándose más bien para el inminente combate. Por eso, doña Antonia Moreno no pudo menos que rendirles un tributo de admiración: “Para los indios -escribió- las distancias no existen, pues son infatigables; hacen marchas prolongadas llevando sólo unas cuantas hojas de coca con cal en polvo por todo alimento. Por eso son excelentes soldados, muy resistentes en las marchas”. 
Se llegó a Acobamba por parajes inhospitalarios, transitando “escarpados cerros cubiertos de abrojos y de piedras que dificultaban el paso”. Marcharon los patriotas por rutas sólo conocidas por pastores de auquénidos, rutas en pendiente, resbaladizas y peligrosísimas. Y lo hicieron así porque Cáceres se propuso movilizar a su hueste sin que esto llegase a conocimiento del enemigo, que en todas partes tenía espías. Y se dice que incluso forjó nuevos senderos, “los cuales tan pronto parecían que llevaban al infinito como otras veces se decía que precipitarían a las tinieblas". 
Así, venciendo múltiples retos, el Ejército de La Breña llegó a Huancavelica el 17 de junio, para acampar allí durante tres días. Anota Basadre que ese alto tuvo como objetivo el acopio de recursos de diversa índole, indispensables para la movilidad de la tropa, que en ese lapso tuvo que soportar un clima casi glacial, pues ese invierno fue particularmente severo.
Como decíamos al iniciar esta nota, en la noche del 19 el Ejército de La Breña dejaba Huancavelica tomando la ruta de Acobambilla, para finalmente llegar a lzcuchaca el 20. En esta localidad Cáceres fue recibido por dos mil guerrilleros de las alturas, que se presentaron encabezados por el prefecto Tomás Patiño, como también una columna de soldados regulares al mando del coronel Miguel Gálvez. En Izcuchaca, localidad escogida como de operaciones, se prepararía la triunfal contraofensiva.

El 19 de junio de 1882, un día como hoy hace 132 años, tras un breve descanso en Huancavelica, el Ejército de La Breña reanudaba la marcha hacia Izcuchaca, estratégica posición escogida por el general Cáceres para ultimar los detalles del plan que había concebido para aniquilar a las guarniciones chilenas asentadas a lo largo del valle del Mantaro.
La hueste patriota había partido de Ayacucho el 1 de junio, siguiendo la ruta de Huanta –Acobamba – Huancavelica – Izcuchaca, dura travesía en la que se puso a prueba, una vez más, el temple de los soldados y guerrilleros. De ello nos dejó un emotivo testimonio doña Antonia Moreno de Cáceres, la esposa del Jefe de La Breña, que con sus tres menores hijas compartió esa sacrificada marcha:
“Los negros cerros se sucedían tétricos y en formas fantásticas; enormes bloques se destacaban semejando figuras humanas; parecían gigantescos monjes encapuchados, y tristes almas en pena, condenadas a vagar por aquellas agrestes soledades. Allí, a los pies de esos espectros de guerra, hacía alto el ejército que, cansado por la dura travesía, necesitaba unas horas de reposo restaurador de sus fuerzas agotadas. Era impresionante el cuadro que presentaban las siluetas de piedras sombrías en contraste con los uniformes militares y los vistosos y amplios trajes de las buenas indiecitas”.
En efecto, esforzadas rabonas acompañaban a los breñeros que a pesar de sus innumerables fatigas no perdían el ánimo, alistándose más bien para el inminente combate. Por eso, doña Antonia Moreno no pudo menos que rendirles un tributo de admiración: “Para los indios -escribió- las distancias no existen, pues son infatigables; hacen marchas prolongadas llevando sólo unas cuantas hojas de coca con cal en polvo por todo alimento. Por eso son excelentes soldados, muy resistentes en las marchas”.
Se llegó a Acobamba por parajes inhospitalarios, transitando “escarpados cerros cubiertos de abrojos y de piedras que dificultaban el paso”. Marcharon los patriotas por rutas sólo conocidas por pastores de auquénidos, rutas en pendiente, resbaladizas y peligrosísimas. Y lo hicieron así porque Cáceres se propuso movilizar a su hueste sin que esto llegase a conocimiento del enemigo, que en todas partes tenía espías. Y se dice que incluso forjó nuevos senderos, “los cuales tan pronto parecían que llevaban al infinito como otras veces se decía que precipitarían a las tinieblas".
Así, venciendo múltiples retos, el Ejército de La Breña llegó a Huancavelica el 17 de junio, para acampar allí durante tres días. Anota Basadre que ese alto tuvo como objetivo el acopio de recursos de diversa índole, indispensables para la movilidad de la tropa, que en ese lapso tuvo que soportar un clima casi glacial, pues ese invierno fue particularmente severo.
Como decíamos al iniciar esta nota, en la noche del 19 el Ejército de La Breña dejaba Huancavelica tomando la ruta de Acobambilla, para finalmente llegar a lzcuchaca el 20. En esta localidad Cáceres fue recibido por dos mil guerrilleros de las alturas, que se presentaron encabezados por el prefecto Tomás Patiño, como también una columna de soldados regulares al mando del coronel Miguel Gálvez. En Izcuchaca, localidad escogida como de operaciones, se prepararía la triunfal contraofensiva.

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