samedi 7 juin 2014

7 de Junio

ARICA... ¡PERUANA!

ARICA... ¡PERUANA!
Para que la planta del invasor profanase tu suelo fue preciso que tus defensores se inmolasen en sublime holocausto, que corriese su preciosa sangre a torrentes y que todo género de prodigios y heroísmo fuesen realizados para no perderte. El 7 de junio de 1880, un día como hoy hace 134 años, cada uno de tus defensores debió enfrentar a cuatro asaltantes; fusiles que solo podían usarse como garrotes intentaron oponerse a la moderna maquinaria bélica del enemigo, y entonces el triunfo fue imposible. 
Pese a todo, te defendieron por más de tres horas, prolongando la resistencia hasta lo increíble, en una lucha que no tuvo tregua ni cuartel.
Todas las sangres del Perú se conjuntaron en tu defensa, legando a la posteridad el más vívido testimonio de coraje y sacrificio. 
Niños como Alfredo Maldonado, ancianos como Arias y Aragüez, comerciantes y hacendados, campesinos y obreros, estudiantes e intelectuales, marinos y soldados. Hombres de grandes corazones que no tuvieron miedo a la muerte ni a la gloria, batallaron hasta morir por no ver deshonrada tu bandera.
Sabían que la victoria era imposible, que el destino les reservaba el sacrificio, que el Morro sería su túmulo mortuorio, que su destino era morir, sitiados por mar y tierra, sin más recursos que su valor. De todo ello fueron conscientes, pero ni por un momento vacilaron en la decisión de cumplir el deber. Y entonces marcharon a morir con honra, convencidos de que el resplandor del último cartucho habría de iluminar lo inmortal de su gloria. Si finalmente cayeron no fue sino después de haber disputado, palmo a palmo, el terreno que dejaron cubierto de cadáveres y regado de generosa sangre.
La intrépida e indomable guarnición de Arica, comandada por el integérrimo coronel Francisco Bolognesi, había rechazado altiva las intimaciones de capitular que le hizo el enemigo. Y juró solemnemente morir con el bicolor al tope, quemando el último cartucho. 
Bolognesi, Arias y Aragüez, Zavala, Moore, Inclán y más de mil patriotas que allí se inmolaron, legaron a la posteridad, en sublime holocausto, el más hermoso testimonio de amor a la patria y a la bandera.
Cayeron creyendo que la felicidad no consiste ni en vivir ni en morir, sino en saber hacer gloriosamente lo uno y lo otro. Y la historia, en un rito casi sagrado, que repite año a año y que repetirá a través de todas las generaciones, trasmite agradecida esa lección incomparable de abnegación y bravura.
En Arica, el 7 de junio de 1880, los Titanes del Morro no fueron derrotados… ¡Porque al caer en tierra abrieron los cielos y se inmortalizaron en la gloria!

Para que la planta del invasor profanase tu suelo fue preciso que tus defensores se inmolasen en sublime holocausto, que corriese su preciosa sangre a torrentes y que todo género de prodigios y heroísmo fuesen realizados para no perderte. El 7 de junio de 1880, un día como hoy hace 134 años, cada uno de tus defensores debió enfrentar a cuatro asaltantes; fusiles que solo podían usarse como garrotes intentaron oponerse a la moderna maquinaria bélica del enemigo, y entonces el triunfo fue imposible.
Pese a todo, te defendieron por más de tres horas, prolongando la resistencia hasta lo increíble, en una lucha que no tuvo tregua ni cuartel.
Todas las sangres del Perú se conjuntaron en tu defensa, legando a la posteridad el más vívido testimonio de coraje y sacrificio.
Niños como Alfredo Maldonado, ancianos como Arias y Aragüez, comerciantes y hacendados, campesinos y obreros, estudiantes e intelectuales, marinos y soldados. Hombres de grandes corazones que no tuvieron miedo a la muerte ni a la gloria, batallaron hasta morir por no ver deshonrada tu bandera.
Sabían que la victoria era imposible, que el destino les reservaba el sacrificio, que el Morro sería su túmulo mortuorio, que su destino era morir, sitiados por mar y tierra, sin más recursos que su valor. De todo ello fueron conscientes, pero ni por un momento vacilaron en la decisión de cumplir el deber. Y entonces marcharon a morir con honra, convencidos de que el resplandor del último cartucho habría de iluminar lo inmortal de su gloria. Si finalmente cayeron no fue sino después de haber disputado, palmo a palmo, el terreno que dejaron cubierto de cadáveres y regado de generosa sangre.
La intrépida e indomable guarnición de Arica, comandada por el integérrimo coronel Francisco Bolognesi, había rechazado altiva las intimaciones de capitular que le hizo el enemigo. Y juró solemnemente morir con el bicolor al tope, quemando el último cartucho.
Bolognesi, Arias y Aragüez, Zavala, Moore, Inclán y más de mil patriotas que allí se inmolaron, legaron a la posteridad, en sublime holocausto, el más hermoso testimonio de amor a la patria y a la bandera.
Cayeron creyendo que la felicidad no consiste ni en vivir ni en morir, sino en saber hacer gloriosamente lo uno y lo otro. Y la historia, en un rito casi sagrado, que repite año a año y que repetirá a través de todas las generaciones, trasmite agradecida esa lección incomparable de abnegación y bravura.
En Arica, el 7 de junio de 1880, los Titanes del Morro no fueron derrotados… ¡Porque al caer en tierra abrieron los cielos y se inmortalizaron en la gloria!


2 commentaires:

Unknown a dit…

CON MOTIVO DE LA CONMEMORACIÓN DE LA HECATOMBE DE ARICA
Junio 7 de 1927 Alocución dirigida a los alumnos
Por el Director Ingeniero Francisco Alayza Paz Soldán
« Si España tiene su Zaragoza, Francia su Verdun, Bélgica su Lieja, el Perú tiene a Arica, aquel cruento calvario en que se inmolaron un puñado de bravos, sin otro baluarte que sus heroicos pechos, sin más deseo que el de dar una sublime lección y un ejemplo postrero y, por eso mismo, más necesario y elocuente.
;Qué móvil supremo impulsó al sacrificio a esos héroes legendarios?; ¿qué esperaban de una lucha tan desigual, verdadero exterminio de existencias generosas?; ¿con qué objeto exhibían ante el mundo aquella sobrehumana prueba de energía, que transforma al simple mortal en un semidiós, que convirtió el histórico Morro en la cumbre del martirio de Bolognesi y los suyos?
Sólo una palabra puede explicar el hecho y sancionarlo, es el elocuente vocablo Patria, "Ideal Patrio"! « …
Como un sol de gloria se yergue Bolognesi entre las grandes figuras heroicas de la Historia, como la más pura encarnación del ideal patrió, como el estoico cumplidor de lo que consideraba sencillamente como "su deber", pero que las generaciones siguientes han designado, con justicia, como su glorioso heroísmo, como su pedestal de inmortalidad!
Bolognesi se enfrentó a las hordas del repase y de la tea, envalentonadas con su último,y en verdad definitivo triunfo, en cumplimiento del glorioso deber que inmortalizara en lapidaria frase. Chile, es verdad, obtuvo un triunfo; pero el Perú logró escribir aquel día la más brillante página de su historia. El gran anciano nos dio con su holocausto una lección de patriotismo que imitar. «

Unknown a dit…

"Desaprobemos igualmente a los chilenos que, el 7 de junio de 1880. masacraron a la guarnición de Arica, en la que el Comandante Francisco Bolognesi había refusado la capitulación…
No se debe amenazar un Jefe, y a más fuerte razón una guarnición, no se les puede castigar por hacer su deber defendiendo hasta el último extremo la plaza que les ha sido confiada »

Armand du Payrat : « Le prisioner de guerre dans la guerre continentale », Paris,1910. p. 218